(fra. héliographie) (1826-1833) Procedente del griego “helios”, sol, y de “graphein”, dibujo. Aunque el término compitió con el de fotografía, desde los inicios del medio y ambos términos se siguieron utilizando indiferentemente durante algún tiempo. Este es el nombre que N. Niepce dio a su procedimiento, esbozado ya alrededor de 1815. Consistía en una placa de cobre o peltre cubierta con betún de Judea disuelto en aceite de lavanda. Se revelaba con aceite de lavanda y petróleo, resultando una imagen única. El betún de Judea blanqueaba bajo el efecto de la luz, dando una imagen positiva. N. Niepce distinguía entre las heliografías, reproduciendo grabados ya existentes y el “point de vue”, término reservado para la imagen sacada del natural. (Sougez/Pérez Gallardo 2003: 225).